viernes, octubre 13, 2006

Devil Wears Prada...

Seven Readers!!

Cuando una se para frente al cartelón de “The Devil Wears Prada” (El Diablo Viste a la Moda) surge la posibilidad de que uno corra inmediatamente ante el temor de que se está ante una sosa comedia romántica de las muchas con las Hollywood suele inundar al mercado mundial. Pero a veces las apariencias engañan, y si algo hay que agradecerle al filme de David Frankel, es que está filmado con mayor inteligencia que muchos de los productos similares con los que la industria norteamericana suele inundar al mercado año con años.
En realidad, las película maneja muchas premisas que suelen sonar a cliché, y de hecho lo son. Vamos a ver: Se trata de la historia de Andy Sachs, una chica que llega a la ciudad de Nueva York en busca de cumplir el sueño de convertirse en una gran periodista en la ciudad que nunca duerme. Como es evidente, ahí se encontrará con todas las puertas de las principales publicaciones completamente cerradas. Terminará siendo llamada por una revista de la cual nunca ha escuchado, ni de la que conoce absolutamente nada: la revista especializada en modas llamada Runaway. Y es en el momento el que Andy Sachs es contratada para trabajar en dicha publicación cuando la trama de la película se dispara. ¿Por qué? Por que Frankel nos introduce a un mundo tal vez desconocido para la mayoría del público: el mundo de la moda, y en particular el mundo de las revistas que dictan la moda. Lo va a hacer a través de un personaje que representa a todo lo malo del mundo de la moda, un personaje despiadado, frío, calculador, egocéntrico y discriminador de todo aquel que no siga los cánones de la moda: Miranda Priestly, la editora en jefe de la revista. Andy Sachs entra al universo de la moda al ser contratada como asistente de Miranda, y a partir de entonces se convierte en nuestros ojos, en cierta forma Andy nos representa a todos los simples mortales que nos ponemos lo primero que encontramos en el clóset y salimos a la calle sin importarnos si estamos o no vistiendo con lo más “in” del mundo. Andy, representará a los simples mortales que de pronto se encuentran en un universo que les es completamente ajeno y en el que existen normas de conducta y de apariencia (obviamente) en las que hay que entrar si se quiere tener éxito.
En cierta forma, la película se convierte en una crítica (mesurada, pero crítica al fin) al glamoroso mundo de la moda. Un mundo en el que lo más importante es la apariencia externa y en el que lo importante es pisotear a quien se encuentra por debajo de ti. Un mundo en el que las lealtades no existen y en el que la traición es cosa de todos los días. Andy, sin notarlo en un principio, se irá convirtiendo en parte de ese mundo y estará adoptando sus posturas e ideas, traicionando a todos aquellos que creían en ella y, tal vez lo más importante, a si misma.





Frankel no se complica la vida, y planifica su película utilizando planos poco duraderos al estilo de los que usan en las series de televisión (Frankel tiene gran experiencia en ese campo: ha dirigido varios episodios de la estupenda Entourage de HBO) siempre toma a Miranda Priestly en close up o en contra picada (es de decir de arriba hacía abajo) haciendo énfasis en su posición superior por sobre quien convive con ella (como dato curioso, esta planificación cambiará solamente en dos momentos: cuando Miranda se muestra vulnerable en la película y cuando el espectador comprende que Andrea Sachs, se está convirtiendo en alguien como Miranda, ahí Frankel utiliza el plano – contraplano a un mismo nivel, para que el espectador comprenda que ambos personajes ya son iguales) el montaje tiene un buen ritmo y la música, una espectacular partitura cortesía de Theodore Shapiro, está utilizada de una manera muy convencional: para apuntalar sentimientos y sensaciones.
El casting del filme es un gran acierto. Nadie como Anne Hathaway (quien está en camino a convertirse en la Sandra Bullock del siglo XXI) para interpretar de la ingenua Andy Sachs. Hathaway aprovecha, al principio del filme, su imagen de inocente estúpida, para construir al personaje principal, cuyo arco de transformación es el único que es completamente notorio en el filme. Meryl Streep, interpreta con agudeza a la malvada y despiadada Miranda Priestly, lo hace manteniendo a lo largo de la película una mirada fría y despectiva y un aire de presuntuosa superioridad por sobre el resto de los personajes de la película. Como todo buen cuento de hadas, existe un hada madrina y en este caso el personaje recae en el gran Stanley Tucci, quien brinda, una vez más, una caracterización de gran nivel como Nigel, el diseñador que servirá de portero para que Andy pueda entrar al mundo de la moda.
Si algo se le agradece a The Devil Wears Prada es su falta de pretensión. Tal vez en ello recaiga el éxito de filme: es una película que se asume como un producto entretenido, en el que, por debajo de esa máscara, se encuentra una pequeña apertura al universo del criticado y criticable mundo de la moda. Filme divertido, palomero, pero no falto de inteligencia y cierto nivel de crítica.

Así las cosas hoy viernes…

PS1..hoy es noche de Magazine103.9 FM, www.radio.uady.mx MSN: magazine_universidad@hotmail.com

Salud pues…

4 comentarios:

Kix dijo...

Gracias por el comentario, dear Dave! Ya no me parece tan adversa la idea de ir a verla, entonces...

David Moreno dijo...

No, vela y luego me cuentas :)

Ernesto dijo...

buena reseña. en estos momentos estan pasando esa pelicula en mi cine local... pero con todo, no me animo a verla

David Moreno dijo...

Gracias Ernesto, tampoco pasa nada si no la ves...no es de esas cintas que sean completamente indispensables...

Saludos...