sábado, julio 31, 2010

De las Crónicas Chiapanecas (II)...

Seven Readers!!

Caminar por San Cristóbal de las Casas durante la noche es una experiencia fascinante. Han cerrado. Las autoridades municipales han tenido el acierto de cerrar varias calles del primer cuadro al tránsito vehícular creando un delicioso corredor turístico en el que se respira una total y asombrosa diversidad. A diferencia de otros lugares de la República, la noche coleta está llena de seres que proceden de los más diversos bagajes, lo que le brinda a la ciudad de un aire único e inigualable. Uno puede sentarse a tomar una taza de café o una copa de vino - en alguno de los múltiples lugares que el corredor posee para ello - y mirar por un buen tiempo a la fauna humana que se mueve por las calles San Cristobalinas y reafirmar que en nuestras diferencias se encuentra nuestra mayor riqueza.




Así mismo es un lugar de contrastes en el que la opulencia de los restaurantes internacionales se mezcla con la pobreza de cientos de vendedores ambulantes - la mayoría de ellos de procedencia indígena - que aparecen a tu lado para ofrecerte productos de corte artesanal. "No gracias" será la frase que utilizarás con mayor frecuencia durante tu andar por las calles de San Cristóbal de Las Casas.
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La mañana me sorprende cruzando la nueva y moderna autopista de cuota que une a San Cristóbal con Tuxtla Gutiérrez. Atrás ha quedado la vieja y sinuosa carretera libre en la que en cada curva uno podía ver pasar su vida entera. Me dirijo al Cañón del Sumidero, una de las maravillas naturales más increíbles que existen en nuestro país. Recorrerlo es una experiencia fascinante en la que uno tiene la seguridad de que su capacidad de asombro será renovada con cada segundo que se pasa en el Cañón.
La camioneta tipo "van" que lleva a mi grupo se detiene en uno de los embarcaderos. Con nosotros viaja una familia catalana con la que entablo rapidamente amistad, es fácil hacerlo cuando se es fanático del Barcelona. Mis nuevos amigos catalanes recién han llegado a México y sienten aún los estragos del "jet lag". A pesar de ello traen buen ánimo y parecen estar dispuestos a dejarse llevar por los encantos de la maravilla natural con la que están a punto de enfrentarse.
Ya en el embarcadero tenemos contacto con el caudaloso Río Grijalva. Sus aguas tienen un color café producto de la tierra que arrastra desde su nacimiento en las montañas guatemaltecas. Nos subimos a una lancha con capacidad para unas 40 personas que han adoptado un extraño color naranja producto del reflejo de los chalecos salvavidas con los que nos han provisto los encargados del lugar. A mi lado se sienta una chica guapa y con un perfume encantador. Me entero que es francesa y de padres españoles - su castellano es perfecto - y que visita nuestro país por primera vez. Creo que voy de gane: estoy por visitar el Cañón el Sumidero y lo haré junto a una chica que trae consigo un perfume delicioso.

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La lancha se mueve con potencia sobre el afluente del Grijalva y nos lleva hasta la entrada acuática del parque nacional que alberga al Cañón del Sumidero. El Cañón tiene la particularidad de hacer que quien lo visita adquiera conciencia de cuan pequeño e insignificante es. Deja la certeza de que el universo actúa con indiferencia hacía nosotros los humanos mientras crea espectáculos tan impresionantes como el que ahora se yergue sobre nuestras cabezas. Otra certeza: si nosotros le somos indiferentes al universo, éste no puede serlo para quienes habitamos en él. La belleza natural del Cañón es empañada por una enorme cantidad de basura que se acumula en una parte del río que carece de corriente. Hemos comenzado con su destrucción algo que aún puede revertirse si se toman las medidas necesarias, si tomamos conciencia y hacemos que otros la tomen.




El mal trago que causa el lento paso de la lancha por el lecho del río lleno de basura, es realmente amargo. Aún así, el Cañón mismo, su flora, su fauna y el viento fresco que impacta contra nosotros nos vuelven a llevar a un estado de infantil asombro.
Mi nueva amiga francesa y yo comenzamos a tratar de descubrir a las formas que, según nuestro guía, ha formado la naturaleza caprichosa en las faldas de las montañas del cañón pero estamos ciegos o nuestra imaginación nos juega una mala pasada pues dónde él ve a un Cristo yo veo a un Batman, dónde él ve a una Virgen, nosotros no vemos más que un triángulo. Lo que si podemos ver es a pequeños cocodrilos siento criados por su madre, a pelícanos que con orgullo nos miran desde ramas que alzan a más de 300 mts de altura, el espectáculo natural resulta apabullante.

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El recorrido llega a su final y cuando se ha completado la travesía por el Cañón del Sumidero se tiene la conciencia de a veces la fortuna puede sonreírte pues se ha estado en un lugar único e incomparable, una auténtica maravilla de nuestro país y del mundo entero.
Nos despojamos de nuestro atuendo naranja y busco a mi compañera francesa con el ánimo de despedirme de ella y de preguntarle su nombre. No puedo hacerlo, porque una señora cae junto a mi al bajarse de la lancha y al ayudarla, la chica francesa se pierde entre la multitud. La busco sin éxito alguno. Lo curioso es que en mi memoria inmediata yacen dos cosas: el punto más alto del Cañón del Sumidero y el aroma del perfume de mi acompañante accidental.
Pero una esperanza se prende en mi mientras tomamos la carretera que nos lleva al pueblo de Chiapa de Corzo: que cuando ella regrese a Francia y miré la foto que le tomé, recordará por un instante al tío calvo con el que nunca pudo encontrar a las figuras de los guardianes del Cañón del Sumidero que - según dice la leyenda - vigilan la entrada de ese lugar lleno de magia natural.

Así las cosas....en este día...

Salud pues......

jueves, julio 29, 2010

De las Crónicas Chiapanecas (I)...

Seven Readers!!..

Viajar 15 horas en un autobús es cosa de nada a los 19 años. 18 años después la cosa cambia.
Desde mis años universitarios en aquellos días en los que regresaba del D.F. a Mérida, no me subía a un camión de pasajeros por más de 4 horas. Ahora estoy en uno, tengo las rodillas destrozadas y mi nulo trasero ha terminado por desaparecer.
Nunca he podido dormir en vehículos en movimiento, llámase aviones, autobuses o automóviles. Esta vez no es la excepción. El vaivén del transporte, un par de lamentables películas y un libro me mantienen despierto. Así miro pasar al Sureste del País por delante de mis ojos. Y mientras lo hago, los lugares y los olores de otros tiempos aparecen, por un momento soy ese melancólico universitario que deja al hogar para regresar a una urbe que le espera con ansia. Vuelvo a ese que era el último punto que representaba para mi al sureste: la terminal de Escárcega en Campeche. Lugar espantoso en el que los olores de los viajeros se mezclaban con los de la mala comida. Aún así recuerdo a un viejo carro de perros calientes que significaba ya sea el primero o el último sabor familiar dependiendo si se llegaba o se abandonaba a la Península Yucateca.
Pero todo eso forma parte del pasado, y si bien la terminal de Escárcega sigue siendo un lugar poco agradable, hoy me sorprendo al encontrarla mucho más moderna, limpia y sin aquel viejo carro de hot dogs que uno encontraba en su esquina. Aún así sigue teniendo esa sensación tan particular que significa toda última frontera.

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Pero la aventura apenas inicia. Las 15 horas en un autobús son el preámbulo de unos días de "vacaciones" en el estado de Chiapas. También significa el regreso a un lugar de otros tiempos, un lugar en el que otro yo se paró por primera vez hace más de 17 años. Chiapas se presenta ante mí como ese otro México, un lugar diferente en el que algunas cosas parecen estar suspendidas en el tiempo.
El sol nos sorprende en la carretera dando paso a las montañas del sureste mexicano. Y si, me doy el gusto de utilizar la mítica frase: "desde algún lugar de las montañas del sureste mexicano". La carretera que une a Palenque con San Cristóbal de las Casas - destino final de este trayecto del viaje - está como yo la recordaba: hecha un desastre. El autobús se va haciendo paso entre los destrozos dejados por la lluvia y las prolongadas y peligrosas curvas que conforman el ascenso del camino hacía los 2,200 metros sobre el nivel del mar en los que reposa la ciudad de los coletos. Después de varias horas sin dormir el Ipod y su música se convierten en los mejores aliados para soportar el recorrido. Mi cabeza da vueltas entre acordes musicales al mismo tiempo que observo con cierto asombro la pericia de nuestro chofer para maniobrar en el sinuoso camino. Algo llama mi atención y es un espectáculo al que alguien de la planicie no está acostumbrado: el sol que sale entre la bruma que rodea a las montañas. Apunten el primer momento de asombro que Chiapas me regala.

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El camino finalmente encuentra un final. De entre las montañas surge la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y un hálito de esperanza surge entre el sueño y las piernas abatidas. Lo conforman la posibilidad de un buen desayuno y un baño de agua caliente. Las dos cosas llegarán eventualmente y mientras recupero fuerzas siento que varios años se me quitan de encima pues vuelvo a tener la emoción de un adolescente que llega por vez primera a un lugar extraño y diferente. San Cristóbal no decepciona: sigue siendo un lugar especial, mágico, con sus casas y construcciones coloniales; con sus mercados y bazares; con las mujeres y niños que se acercan cada cinco minutos a venderte cualquier artesanía por 10 pesos, con sus montañas rodeadas de nubes grises que anuncian a una selvática tormenta.





Pero al hacer la primera caminata por San Cristóbal me doy cuenta que algo ha cambiado: uno ya puede encontrarse en esta ciudad colonial establecimientos con los que uno jamás se hubiese encontrado en el pasado: franquicias. El capitalismo ha llegado con fuerza a la tierra del EZLN, y son un símbolo de la lucha frontal que día a día se vive entre las comunidades indígenas y el salvaje capital que trata de engullirlas, tengo la impresión de que nunca lograrán tener una sana convivencia.
Pero ni todas las franquicias del planeta pueden arrebatarle a esta ciudad su particular encanto. La primera caminata por sus empedradas calles céntricas produce un efecto interesante: esa sensación que pocas veces se tiene en nuestra moderna y complicada vida de que el tiempo pasa con parsimonia y lentitud. Y es que las horas parecen no tener prisa aquí en San Cristóbal de Las Casas. Por primera vez en mucho tiempo me siento relajado, disfrutando del momento, alejado del stress laboral, firmando una tregua con la vida.
Vienen un par de días interesantes. Días de contacto con la naturaleza, de recorridos hasta lo más profundo del sureste mexicano, días de experimentar la fantástica sensación de viajar, de hacerlo con seres muy queridos; días de fraternidad; días que conformarán a las "Crónicas Chiapanecas" las cuales comienzan a ser escritas con una sonrisa llena de franca paz.

Así las cosas hoy....algún día...

Salud pues......

jueves, julio 22, 2010

De una nota...

Seven Readers!!....

Tal vez fue un golpe de nostalgia o uno de esos momentos que suceden por azares de eso a lo que a muchos poetas les gusta llamar destino. No lo sé, pero a veces uno suele hurgar en los recuerdos a través de una buena cantidad de objetos, libros, fotos, discos. Conservamos todas estas cosas porque más allá de lo que significan en términos materiales, está una carga sentimental que nos remite a cuando éramos otros.
Serrat suele llamarle "Aquellas pequeñas Cosas".
Hace un par de días estaba buscando un antiguo libro de los días universitarios con el objeto de recomendarlo a algunos compañeros de trabajo. Y, como era de esperarse, cada uno de esos libros inmediatamente trajo consigo una serie de rostros y de historias que forman parte de mi acervo de recuerdos personales. A mi mente llegaron situaciones de los tiempos de la Universidad que hoy son inolvidables, como aquella tarde en la que el maestro colombiano de redacción me sacó del salón por gritar ¡basta! como degenerado al mismo tiempo que agitaba de manera triunfante el papel que me acreditaba como el ganador de la secreta competencia que se desarrollaba en plena clase. OCursiva aquel examen con uno de esos maestros que terminan por cambiarte la vida en tan solo un trimestre, en el que todo el salón corrió para poder llegar a la puerta mientras él corría para impedirnos la entrada. Parecía que al hojear cada uno de esos viejos libros, un recuerdo brotaba de manera inmediata de cada página; recuerdos de aquellos tiempos en los que pensaba que podíamos ser eternos.
En eso andaba cuando de pronto, de aquellas páginas cayó al piso un pedazo de papel. Al levantarlo pude darme cuenta de que se trataba de una nota que me felicitaba por mi cumpleaños de 1992 aquel año en el que cumplí 19 años, aquel que fue mi primer cumpleaños en una ciudad lejana y que todavía era demasiado extraña. En el papel se leía: "David, aunque no te conozco bien, quiero desearte un feliz cumpleaños. Espero que te la pases extraordinariamente y que todos tus deseos se cumplan. De todo corazón: Paulette".
Y entonces recordé un rostro y una situación de hace ya tantos años. Recordé a aquella muchacha bonita, con los ojos tristes y el cabello largo y lleno de rizos, con una bella piel color blanco y salpicada con deliciosas pecas. Esa chica que solía sentarse sola en un rincón del salón de segundo trimestre y que sonreía timidamente cuando alguien le llamaba. Aquella muchacha que no parecía encajar en esa jungla de maravillosa diversidad que era en esos años la UAM - X. Paulette no hablaba mucho, pero siempre invariablemente me dirigía una sonrisa. Y yo, como buen pelmazo de 19 años, solamente le sonreía con cierta timidez. Nunca me acerqué a ella, nunca tuve el valor o la inteligencia suficiente para hacerlo.
Pero por alguna razón, en ese cumpleaños me dió esa nota. El recuerdo del momento de la entrega llegó de manera inmediata: estaba sentado en el edificio central del campus universitario justo frente a lo que entonces era la Galería del Sur (ignoro si aún sigue llamándose así) ya se sabía que era mi cumpleaños y algunos compañeros me felicitaban. Nunca vi que en que momento Paulette se acercó a nosotros, pero recuerdo haber sentido en mi hombro el contacto de una mano. Volteé y allá estaba ella, con su tímida sonrisa y sus ojos tristes. "Felicidades David" - me dijo al mismo tiempo en que me daba un cálido abrazo. "Gracias" - contesté seguramente. Paulette me dió entonces la nota que casi 20 años después me hizo recordarla. La leí, la miré y sonreí nuevamente como un pelmazo de 19 años. Alguien me jaló y lo último que recuerdo es a Paulette sentada en una de las bancas, solitaria, mirándome con esos tristes ojos y su dulce sonrisa mientras yo me empeñaba en continuar siendo un joven inmaduro. Unos días después Paulette se dio de baja de la Universidad. Alguien me lo dijo y yo pensé que era una pena, que nunca pude despedirme de ella y mi vida siguió como si nada hubiese pasado. Supongo que la de ella también.
Pero hace un par de noches, Paulette regresó por un momento a mi vida y lo hizo a través de esa nota. Y entonces comencé a pensar en que estaría haciendo ahora, como había resultado su vida. Si era feliz y si conservaba aún esos ojos tristes, ese cabello largo y lleno de rizos, esaColor del texto dulce sonrisa. Evidentemente nunca lo sabré. Pero por un momento me puse a pensar en que encontró su verdadera vocación fuera de la UAM, en que ha tenido una larga vida y que en algún momento también recordará que escribió una nota llena de amistad para un post adolescente inmaduro que aún iniciaba su vida en una ciudad distinta.
De vuelta al presente miré la nota y la regresé nuevamente al libro de donde había salido para archivar el recuerdo en lo más profundo de mi memoria. Y tal vez, dentro de algún tiempo, tendré la necesidad de regresar a mis viejos libros, a mis pequeñas cosas y a mi acervo de recuerdos. Entonces la nota aparecerá de nuevo y con ella vendrá el recuerdo de aquella chica de los años universitarios, aquella con la que quizá sin saberlo compartí tantos momentos, aquella que quizá por un par de semanas fue mi cómplice en secreto. Aquella chica de los ojos tristes que según recuerdo solía llamarse Paulette.

Así las cosas hoy jueves...

Salud pues......

lunes, julio 12, 2010

De 6 Razones Para Celebrar el Triunfo de España...


Seven Readers!!!....

Se acabó el mundial y se ha coronado - con toda justicia - la mejor selección del mundo: España. Una selección construida alrededor del mejor equipo del planeta, el Barcelona, y apuntalada con jugadores de otros clubes que han aportado una dosis importante de carácter, determinación y especialmente buen fútbol para dar paso a un nuevo campeón del mundo.
Quienes apreciamos al balompié tenemos que celebrar al máximo la victoria española pues sin duda es el deporte el que ha ganado con la victoria de la Furia Roja. Y las razones para tal celebración son realmente muchas, pero creo que vale la pena recalcar algunas de ellas. Aquí las tienen a continuación.
El triunfo de España es memorable por:

1- Porque reivindica al juego de conjunto:
Si algo tuvo esta selección española es que pudo armar un verdadero equipo, un grupo de jugadores en el que las individualidades estuvieron siempre al servicio de la colectividad. En España todos jugaron a lo mismo, sus jugadores entendieron siempre que lo más importante era trabajar en pos de un objetivo y eso fue notorio aún en la derrota en el primer partido ante los Suizos. La Roja fue una máquina perfectamente alineada en la que cada engrane era consciente de su función para llevar el barco a buen puerto. Al final, el triunfo Español deja claro que el "Fútbol Asociación" es la mejor fórmula para triunfar en este deporte.

2- Porque demuestra la importancia del respeto a los Procesos Deportivos:

Este es el triunfo no solamente de un equipo de fútbol, sino de toda una estructura deportiva que ha demostrado la capacidad para generar atletas de alto nivel. Los españoles aprovecharon perfectamente sus Juegos Olímpicos en 1992 para detonar a todo un proyecto deportivo que ha generado a atletas de primer nivel en más de una disciplina. Esta selección de fútbol, es el resultado de un largo proceso que tuvo un punto culminante en la Euro de hace dos años. Lo interesante es que ante la salida de Luis Aragonés como entrenador no se rompió con lo hecho anteriormente. Por el contrario, uno de los méritos de Vicente Del Bosque es que respetó en más de un sentido lo hecho por su antecesor, apuntaló solamente algunas cosas y le dio continuidad a la mayoría. El resultado está la vista y hoy España ha creado un estilo propio de juego, desarrollando una escuela que dejará huella en el fútbol mundial, a esto regresaré más adelante.

3-Porque es el triunfo del jugador talentoso:

Pues si algo tiene este equipo es talento de sobra. Talento para entender el juego, para adaptarse a él y, sobre todo, para dibujar un fútbol atractivo, vistoso, hermoso. Hay talento en Íker Casillas, un arquero en toda la extensión de la palabra: seguro bajo los tres palos, portentoso en el mano a mano con los delanteros y todo un líder en el área defensiva. Hay talento en Carles Puyol, un sólido defensivo, capaz de iniciar él los ataques desde el propio terreno, de desarticular los ataques rivales y al mismo tiempo meter un cabezazo prodigioso que valió en la final. Hay Talento en Iniesta, en su pique en corto, sus geniales gambetas, en la manera que tiene para filtrar los pases, para anotar goles decisivos ya sea en Londres o en Johannesburgo. Hay talento en Xavi (el mejor jugador de toda la Copa) en su capacidad para convertirse en el motor de su equipo, en el hombre que distribuye el juego, en el primero en entender al rival y el primero en tener la fórmula para desactivarle. Hay talento en Busquets y en Xabi Alonso, contenciones de primer nivel; en Villa y su gran capacidad de goleadora; en Pedro y su descaro para ir al ataque, burlando rivales como si estuviera jugando en barrio canarino.
España es, sin duda, la selección más talentosa de todo el planeta.





4-Porque gana el equipo que practicó el mejor fútbol en el torneo:

Muchos se dejaron deslumbrar por la contundencia Alemana (ante rivales sencillos como Australia u otros en crisis como Inglaterra) pero no se equivoquen: el mejor fútbol lo hizo España. Porque España supo adaptarse a las circunstancias de cada partido, porque labró sus victorias arando el árido terreno en el que se le encerraron todos los equipos a los que enfrentó. Los españoles aprendieron rapidamente la lección de la derrota ante Suiza: para romper a los cerrojos rivales necesitaban de dos cosas paciencia y confianza en su estilo, y esas fueron sus bases para sentar su victoria. España tuvo la pelota como ninguna otra Selección en el Torneo e hizo que todos sus rivales corrieran tras ella. Los jugadores españoles agotaron a oponentes desesperados por no recuperar el balón al mismo tiempo que proponían el partido y trataban de abrir la barrera defensiva que todos le plantearon. Lo hicieron con base en el talento y en un juego deslumbrante, de rápida recuperación de la pelota y luego tratando de aprovechar todas las variantes ofensivas que se presentan durante el partido: la gambeta, el pase filtrado, el desborde por las bandas, los toques de primera intención, las jugadas de pared, el taconazo, el disparo de media distancia y la pelota parada. Los Españoles mostraron siempre gran capacidad para adaptarse a las circunstancias de partido y terminar ganando con talento y contundencia. El punto culminante fue el baile que le pusieron a los orgullosos y supuestamente invencibles alemanes.

5- Porque estamos ante el nacimiento de una nueva escuela futbolística:

AlJogo Bonito Brasileño, al Catenaccio Italiano y a otros estilos de juego hay que agregarle uno nuevo, eficiente y esperanzador: el estilo español y quizá de manera más concreta el estilo del Barcelona. Un estilo preciosista de juego, que tiene como base al equilibrio pues tiene un gran parado defensivo - cuya principal virtud es la rápida recuperación del balón, para iniciar rapidamente el ataque - un gran sentido de la tenencia de la pelota como punto inicial para el inicio de las labores ofensivas y luego una gran capacidad para presentar variantes ofensivas que terminen con el balón en las redes rivales, todo realizado al ritmo de una maquinaria en la que cualquiera de sus componentes realiza su labor con marcada eficiencia. Y, por si fuera poco, un estilo de juego hermoso, que busca generar espectáculo, que abre la esperanza de que en el futuro los equipos se den cuenta que no es destruyendo sino generando juego como se ganan los campeonatos.

6- Porque es la victoria del fútbol:

Porque este deporte tiene que agradecer que exista hoy una Selección como España. Una selección bien trabajada, limpia y noble en su accionar futbolístico. Una selección que dignifica al juego con la manera de respetarle e innovarle, con la humildad con la que sus integrantes se plantaron en cada de uno de sus 7 partidos de la Copa del mundo, con un entrenador sobrio y que nunca trató de ser él protagonista de los partidos, con jugadores que dejaron atrás a un pasado fatalista y que con base en la unión (sobreponiéndose incluso a aspectos culturales) conseguir un objetivo.
Porque nos hizo creer a quienes admiramos y disfrutamos del juego, que el fútbol es un deporte emocionante, bonito, hermoso, e hizo que despertara nuestra admiración por un equipo que hoy ha inscrito con grandeza su nombre entre el de los campeones del mundo, y porque hizo que de alguna manera nos sintiéramos agradecidos por su respeto al juego y por la convicción y la entrega con las que este equipo jugó. Verlos ha sido todo un espectáculo.

Por esto es que el triunfo de España es memorable y marcará a toda una generación de aficionados, entrenadores y futbolistas que esperarán de ahora en adelante a equipos de este talante: entregados, combativos y generadores de un juego hermoso y cercano a una obra de arte deportiva.

Así las cosas hoy lunes...

PS1...Nunca vi Televisa o TV Azteca en el mundial. No tuve necesidad de hacerlo. ESPN y TVC Deportes se llevaron las palmas en la copa del mundo. Los primeros por hacer programas realmente espectaculares en términos de análisis y entretenimiento. Era imposible perderse Fútbol Picante y Fuera de Juego en cada una de las jornadas mundialistas para entender mejor las razones de la victoria y la derrota de cada uno de los equipos, su mirada hacía el torneo fue siempre crítica y propositiva. Y el Cronómetro Mundialista fue antológico. Mirar a José Ramón Fernández y David Faitelson discutir era realmente divertido, y a eso hay que añadir la capacidad que maestro y alumno tienen para generar polémica y crítica constructiva. A ESPN no le importó no tener los derechos de transmisión para México, fueron hasta Sudáfrica y barrieron con toda su competencia.
TVC Deportes demostró que con talento y capacidad se puede sustituir a la falta de recursos financieros. Tienen a extraordinarios Analistas como Rafael Ocampo y Miguel Herrera, a un tipo polémico como Gerardo Velázquez de León y un gran ingenio para incluir secciones como la de Los Villamelones o Ellas y El Balón.
El problema es que no todos los analistas están al mismo nivel y eso es notorio durante los programas dedicados a desmenuzar a los partidos y sus contextos. Sin embargo fue bueno escuchar transmisiones - principalmente las de la Selección Mexicana - en las que los comentaristas y analistas no se convertían en porristas del equipo mexicano.
Hay mucho futuro en TVC Deportes....veremos...

Salud pues......

lunes, julio 05, 2010

De un post sin nombre...

Seven Readers!!..

Es extraño pero de pronto he sentido unas ganas locas de escribir. No tengo ni idea de sobre que, simplemente he sentido la enorme necesidad de golpear las teclas con el ánimo de llenar una página cibernética con letras, con palabras, con signos ortográficos. Quizá estoy como aquella canción de Serrat en la que dice que las musas han pasado de él o como aquella otra de Lerner que decía que no iba a componer, que iba mejor a dejar la escritura para otro día cuando encontrase el centro de su inspiración. Aún así, a veces las letras suelen llamar, gritar, decir que es momento de sentarse detrás del teclado y comenzar a presionar las letras para transmitir algo parecido a una idea.
Supongo que temas hay muchos: el mundial de fútbol y los cuatro equipos que han llegado a semifinales, los complejos de los mexicanos que aparecieron durante el partido Alemania - Argentina, Toy Story 3, las elecciones de este domingo, Abel de Diego Luna, la genial aparición de Andrés Bustamante en Canal 22, mi fanatismo por la Selección de España y mi deseo que se corone premiando así al buen fútbol o porque mi Facebook me recomienda que me convierta en fan de Felipe Calderón y al mismo tiempo de la Selección Mexicana del deporte de las patadas y por ende de mi falta de entendimiento del por que al face le agrada el fracaso.
Supongo que ando en una especie de montaña rusa temática en la que es imposible elegir un solo tema. Al final me sorprendo escribiendo porque ando - como siempre - tratando de alargar el fin del semana, esperando que las horas duren un poco más y así no llegue la fatídica mañana de lunes. Especialmente porque en los últimos días el trabajo ha dejado de ser divertido para convertirse en algo angustiante, estresante y no sé si eso necesariamente sea un indicio de que hay que comenzar a pensar en inexistentes nuevos horizontes laborales. Tal vez eso pueda cambiar con los días, de hecho tengo la enorme esperanza de que así sea.
Releo los dos párrafos que he escrito anteriormente y me doy cuenta que ando como en aquella canción de Ismael Serrano que dice que "últimamente ando perdido, me han vencido viejos fantasmas, nuevas rutinas" fantasmas que se ciernen sobre mi pelona cabeza con un ánimo aterrador, rutinas que se van convirtiendo en una cotidianidad apabullante y con pocas concesiones. Tengo la impresión de que soy un reflejo individual de México: funciono a pesar de mi mismo.
Quizá mis ganas de escribir tengan que ver con esa sensación que suele llegarme con el lunes: la de la incertidumbre, el no saber que es lo que la nueva semana depara que otras tantas sorpresas llegarán con los días. El mundo parece transcurrir con una terrible rapidez, no se detiene y sigue con un curso impecable hacía un futuro que solo dura un instante y que se convierte en un pasado inamovible.
Pero aún así han pasado cosas importantes, momentos que deben ser similares a la sensación de encontrar un Oasis en el desierto: una noche de jueves con cine y una divertida charla con una gran amiga, una fantástica tertulia sabatina con los amigos, una repentina y sorpresiva llamada telefónica al medio día del domingo, una dominical tarde en la que la hice de tío y una madrugada en la que me encuentro escribiendo cosas insensatas simplemente por el placer de comunicarme a mi mismo mis rodeos, mis desvaríos, mis razones y mis sinrazones para luego compartirlos con el mundo con el ánimo de tal vez encontrar un lejano guiño solidario y cómplice en el medio de esta inaudita y maravillosa locura a la que conocemos como vida. Un instante catártico entre quien escribe, quien lee y quien entra en un acto de recíproca comunicación (Berlo estaría orgulloso de mí ahora).
Y finalmente comienzo a sentir sueño. Como si el yugo de la madrugada del lunes me hubiese caído de golpe para sentir un descomunal cansancio que me obliga a dejar la escritura para una mejor ocasión: para una en la que las ideas se encuentren más centradas, para una en la que pueda elegir un solo tema para tratar de desarrollarlo con cierta coherencia, para una en la que me encuentre en un día distinto al lunes. Dormir se antoja como una manera de escape, pero también como un salto directo al futuro tirando en las horas de sueño la sensación del transcurrir del tiempo.
Pero va: es el momento de comenzar a levantar las anclar y pensar que quizá mañana lleguemos "a un nuevo mundo, a un nuevo amanecer" a sentir nuevas sensaciones a ver una espiga crecer, a sentar nuevas raíces, a encontrarse con nuevas esperanzas y a sentir que el mundo puede detenerse en un instante que parezca eterno.
Escribir en esta madrugada ha sido más que un desahogo un acto de redención.

Así las cosas hoy lunes......

Salud pues...