jueves, noviembre 18, 2010

De Regresos al Pasado a través del futuro...

Seven Readers!!...

Y ahí estaba yo, caminando entre una fila de fanáticos de Harry Potter que seguramente llevaban horas para mirar un filme que pudieron haber visto cualquier otro día. Pero no, ellos decidieron por alguna razón ser los primeros en ver tal película aunque ello implicara el estar formado por largo tiempo en la puerta de un complejo de cines. Yo pasaba junto a ellos mirándolos con cierta extrañeza, en realidad no deja de sorprenderme como es que los seres humanos podemos tener tan distintos gustos e intereses, en otras palabras me sorprendía como alguien puede decidir perder todo un día solamente por ser de los primeros en ver una película, y para colmo una con antecedentes tan lamentables como los de la serie de Potter.
Muchos de los Potterianos se sentaban en el suelo del vestíbulo del complejo así que uno tenía que saltar sobre ellos. Varios estaban vestidos con bufandas (ideales para el clima meridano), capas o lentes alusivos al anodino personaje principal de la trama de J.K. Rowling, fue divertido mirarlos y verlos pero estaban en mi camino, uno que me llevaría a encontrarme con una de las películas favoritas de todos mis tiempos: Back to The Future, lo que me llevó a pensar si hace 25 años era yo como uno de estos tíos que alucinaban por lo que - tal vez - pueda convertirse en uno de los filmes de su generación.



Creo que existen muchas diferencias, pero particularmente una: la mercadotecnia no funcionaba de una manera globalizada como ahora. Es decir, es muy probable que supiéramos de una película protagonizada por el protagonista de Family Ties, pero en realidad no estábamos muriendo por verla. Nos hacíamos fanáticos una vez que salíamos de la sala, no antes de entrar a ella, por ende - aunque suene un poco pretencioso - nuestro fanatismo era más genuino porque no formaba parte de una moda mediática. Es por eso que tengo la impresión de que la emoción que uno siente de volver a ver en cine a una película icónica de una época, es más genuina que la que sienten algunos ver la que - según los mercadólogos - es el "fenómeno fílmico de una generación".
Pero también tiene que ver con el hecho de que Back To The Future es un filme que me parece es mucho más definitorio en términos generacionales que cualquier otro que se haya hecho posteriormente. Es una película que refleja muchas de las cuestiones emocionales que pasan los adolescentes, pero al mismo tiempo en la misma pueden encontrarse referencias importantes a como éramos o mejor dicho como queríamos ser quienes fuimos adolescentes en los 80. Ese me parece fue gran parte de su éxito.
Marty McFly representó perfectamente a toda una generación de adolescentes. Lo hacía por que realmente era un tipo como el que muchos queríamos ser: alivianado, que se metía en problemas y salía de ellos y que además tenía a una novia extremadamente guapa y ¿Quién no quería eso? Pero además, McFly tenía la posibilidad de cumplir un anhelo al que todos de alguna manera u otra hemos aspirado: la de viajar al pasado a ver como eran tus padres, antes de ser tus padres; es decir, mirar si eran algo parecido a lo que nosotros fuimos cuando adolescentes, en otras palabras: confirmar si nuestras raíces tienen que ve con aquello en lo que nos convertimos. Y, ¿Qué otra película puede ofrecer algo similar?.




Pero Back To The Future no funciona solamente en ese nivel. En realidad parte de un guión sencillo pero perfectamente escrito por el director Robert Zemeckis y Bob Gale en el que los indicios forman parte importante en la trama. No hay detalle que los guionistas dejen al aire libre y todos los objetos, lugares y personas son importantes para la trama. Mirando al restaurado filme, uno puede darse cuenta que ha envejecido con mucha dignidad. Y lo más interesante es que sigue teniendo esa enorme capacidad de transportarte a una época en la que el mundo parecía ser mucho menos complicado de lo que lo es ahora. Un mundo en el que la cienia ficción aprovechaba los temores provocados por la inocencia de una sociedad quizá más crédula, pero al mismo tiempo tal vez un poco menos preocupada. Y al mismo tiempo presenta a un personaje icónico del cine de fantasía: el científico loco, al que reiventa para convertirlo en un adorable abuelo rockanrolero que además tiene la enorme posibilidad de ayudarte a mejorar tu vida.
Por todo lo anterior el viaje cinematográfico del pasado miércoles fue único. Fue la posibilidad de reencontrarte con una película conocida, única, e irrepetible. Un pequeño filme que llegó a nosotros sin parafernalia, sin tanto anuncio y que literalmente se convirtió en un referente generacional al que se puede acudir para regresar a casa.
Tomen eso Potterianos del mundo.

Así las cosas hoy jueves....

Ps1...Miren el siguiente vídeo de la reunión de 25 años de Michael J. Fox y Lea Thompson, está en Inglés pero me parece muy emotivo...enjoy...





Salud pues.......


lunes, noviembre 08, 2010

De listas y Jerarquías...

Seven Readers!!...

No recuerdo si alguna vez les platiqué que uno de mis personajes favoritos en toda la historia del cine y la literatura es Rob Gordon. Gordon es el personaje principal de la novela High Fidelity (del gran Nick Hornby) y de la extraordinaria película del mismo título dirigida por Stephen Frears. Me encanta Gordon porque comparto con él dos cosas: la obsesión por la música y por hacer listas de absolutamente todo.
Uno de los momentos más memorables tando del filme como de la novela es este, cuando Gordon hace una lista de las 5 peores rupturas que ha tenido en su vida:




El punto es que este personaje - que vive rodeado de discos y canciones - tiene esta tendencia: la de irle dando jerarquía a todas las cosas que le han sucedido en la vida. Hago lo mismo. Probablemente esta idea tenga que ver con el hecho de que tanto Gordon, como yo, nos hemos pasado años leyendo listas de popularidad como el BillBoard o la de las 100 mejores películas de la historia del cine. Entonces lo que hacemos es ir adaptando nuestra propia visión del mundo a una serie de jerarquías que van conformando a nuestra propia memoria personal. Y solemos entrar en conflicto con quien hace lo mismo, con quien se atreve a ir jerarquizando en categorías a cuestiones que para uno resultan tan importantes como lo son el cine y la música. Porque así como a muchos los definen el grado académico, los libros que han leído o los viajes o actividades que han hecho, a muchos entes raros que habitamos en este planeta nos terminan por definir las canciones que hemos escuchado o las películas que hemos visto.
Ayer miraba dos programas de televisión: uno era los 100 Artistas Más Grandiosos de VH1 y el otro fue uno que - de manera realmente sorpresiva pasó la TV local - sobre los 50 momentos más importantes de los Grammys. El primero presentó a los artistas del número 100 al 81. Una lista que incluyó a gente de contrastes como Steely Dan, Mariah Carey, Journey, Elvis Costello o Alicia Keys. El segundo presentó momentos con Barbra Streisand y Neil Diamond, Michael Jackson, Stevie Wonder, Joss Stone y Melissa Ethridge, Bruce Springsteen para terminar - sorprendentemente - con que el mejor "momento Grammy" de la historia fue la presentación de Green Day con American Idiot.
Y como generador de mis propias e insensatas listas, siempre tengo muchos conflictos con este tipo de programas. Suelo pelearme en secreto (¿a quién engaño? lo hago en voz alta) con la Televisión cada vez que aparece un nombre que me parece no debería estar en los listados o que tendría, según mi propio punto de vista (o mis propias listas), ocupar otro lugar en la pretensión de jerarquizar a artistas de acuerdo a criterios que evidentemente son total y absolutamente subjetivos.
Aún así el asunto de ir creando listas me parece tiene tres vertientes: es natural, divertido y completamente absurdo. Es natural porque es algo que hacemos todos aún sin darnos cuenta. Piensen por ejemplo en cuantas veces no han pensado en cual ha sido el mejor viaje de su vida o cual ha es su comida favorita, al hacerlo invariablemente harán una lista de los mismos, por ende - tal vez sin darnos cuenta - esto de generar jerarquías y categorías es parte de nuestra vida misma. Y eso resulta en algo realmente divertido, porque cada uno de los momentos o cosas listados generalmente traen consigo a recuerdos y/o situaciones en las que pudimos ser felices, a menos claro, que sean tan freaks como Rob Gordon y generen listas de los peores momentos de su vida lo cual - pensándolo bien - también puede traer consigo una buena dosis de ese humor negro que muchas veces es realmente necesario.
¿Pero no resulta acaso un absurdo absoluto el ir jerarquizando todos nuestros momentos y gustos? Si lo es, porque uno realmente debería ir por la vida haciendo de cada instante el mejor, el top 1, tal vez seríamos más felices y la nostalgia sea un sentimiento desconocido. Pero contradictoriamente hay absurdos que resultan necesarios y tengo la convicción que en mi caso - y quizá en alguno de ustedes, queridos seven readers - el generar listados personales es una necesidad, ridícula tal vez, pero necesidad al fin y al cabo. Porque cada lista representa un camino recorrido, una opinión sobre un tema, una nostalgia que ha sido desempolvada, en otras palabras las listas son tan similares a la vida que uno ha cargado consigo y al equipaje de sueños que en algún momento pretendimos llevar con nosotros en esta avenida de la existencia.

Número 12:
Oh Mamá, ella me ha besado de Pablito Ruiz...

Y hablando de listas, volvamos al Top 20 de las peores canciones en Español.
Pablito Ruiz no puede ser catalogado ni como artista, ni como cantante. En realidad me cuesta mucho trabajo catalogarlo de alguna manera. Creo que es de esos tíos a los que la televisión inventa para demostrarle al mundo que el 99% de sus televidentes tiene tendencias masoquistas, porque solo de esa manera puedo explicarme que alguien decida comprar o tener en su colección musical cualquier cosa que este poco agraciado personaje haya producido en su lamentable carrera artística.
Y una de esas cosas es Oh Mamá, ella me ha besado...



Una tonadita taladrante, una letra pobre y un grito desesperado a de un pre adolescente asustado por que una chica le ha besado (¿Quién siendo adolescente se asusta de eso?) componen a esta lamentable canción que llega a esta lista, demostrando que el tal Pablito debió dedicarse a otra cosa antes que ha cantante. Afortunadamente nuestro masoquismo no llegó a tanto y nos olvidamos de este personaje hace muchos años, aunque en un tiempo reciente buscó hacerse publicidad a costa de la sexualidad de Ricky Martin, para pasar nuevamente al olvido.
Así que aquí la tienen, la número 12 en la lista de las peores canciones en español, de Pablito Ruiz: Oh Mamá, ella me ha besado.




La peor línea:

Carajo, TODA la canción...ahí se las dejo...
Así las cosas hoy lunes....

Salud pues.......

lunes, noviembre 01, 2010

De Biutiful...

Seven Readers!!...

Biutiful duele. Es una película que apunta directamente a las entrañas, y que sin embargo posee una belleza estética e interpretativa que la convierte en una obra extremadamente humana, que posee guiños hacía la fantasía representada por la esperanza de la vida después de la muerte en donde se da el espacio en el que la redención finalmente es posible.
Alejandro González Iñárritu ha rodado una película en la que el ser humano es desnudado como un ente emocional suscrito a sus propias circunstancias lo que quizá no le permita acceder a mejores estratos dentro de su existencia. Y sin embargo, a pesar del contexto en el que se encuentra, el hombre para González Iñárritu está siempre en una constante travesía, en la búsqueda de aquello que le haga trascender; en la búsqueda del amor, en la búsqueda de la redención. Podrá tener éxito o no, eso dependerá del cristal con el que quiera mirarse a este viaje, pero luchará con todas sus fuerzas para alcanzar una especie de salvación que le brinde una paz de la que carece casi por naturaleza.
La película está situada en Barcelona. Y si, Barcelona aparece como una ciudad diversa, multicultural, pero así como esto parece ser su mejor carta de presentación al otro lado de la moneda encontramos a una ciudad llena de inmigrantes que luchan por sobrevivir, que viven en condiciones extremas, que viven de la fabricación de artículos piratas y en condiciones infrahumanas. Es un mundo de traición y de un abuso constante del ser humano por el otro. Y aún así, existe ese deseo de trascendencia, ese anhelo casi enfermizo por cambiar, por mejorar. Es un contexto salvaje en el que es casi imposible encontrar a un hombre preocupado por sus semejantes, capaz de arriesgar su propia vida por el otro, capaz de sentir un amor incondicional por sus hijos, por su familia, por la vida misma.
Ese hombre se llama Uxbal.





Uxbal (Javier Bardem) es un hombre que entiende que la vida es simplemente un paso, un camino. Por ende su preocupación máxima es la de hacer de ese camino uno mejor, más justo. Se enfrenta a varias encrucijadas: por un lado padece un cáncer terminal que le va consumiendo lentamente, que le va convirtiendo en un ser humano dependiente de los otros. ¿Pero cómo depender de otros, cuando otros, muchos, dependen de él? ¿Cómo prepararse para el último viaje, cuando existen demasiados pendientes en su propia vida? Es un hombre atormentado por su contexto, por su circunstancia, por una ciudad que le devora lentamente. Es un tipo lleno de amor para dar mientras vive atrapado en una patética existencia, acompañado por la mala suerte. Posee el "don" de ayudar a la gente que acaba de morir a transitar de este mundo al siguiente ayudándoles a encontrar la paz en ese último camino. Es su don, pero al mismo tiempo es su maldición. Él mismo sabe que pronto tendrá que atravesar el puente, pero no está listo (realmente ¿quién lo está? es en lo que parece insistir el cineasta) y la película mostrará su lucha por dejar las cosas de la mejor manera posible, con sus hijos, con su bipolar mujer (una extraordinaria Maricel Álvarez) y con los inmigrantes con los que trabaja.
González Iñárritu nos cuenta con maestría esta travesía. La suya es una cámara que se mete a los ambientes más sórdidos para mostrarnos los dramas de la vida cotidiana en las grandes ciudades, en donde los espacios cerrados confinan a grupos de seres humanos en las peores condiciones imaginables, espacios en los que la muerte tal vez no sea la peor de las salidas, sino la única posibilidad para abandonar al peor de los infiernos. Nos presenta a una serie de personajes enfrentados a situaciones extraordinarias que representan a la lucha de su vida. Y aunque aparentemente estas historias carecen de conexión alguna con la de Uxbal, cada uno de los personajes funcionará para entender mejor a las carencias y fortalezas del personaje principal, cada una será determinante en el resultado final de la película.




Es complejo imaginar a otro actor para meterse en la piel de Uxbal que Javier Bardem. El grancanario posee la enorme capacidad de reflejar diversas emociones, sin perder nunca a la esencia del personaje. El manejo de su "timing" es extraordinario pues parece poseer un instinto natural para dirigir sus miradas y recitar su diálogos en el momento justo, con la tonalidad e intención precisas. Su representación de Uxbal es tan poderosa que uno inmediatamente siente empatía por el personaje hasta el grado de sentir el enorme dolor que el hombre siente al orinar sangre, la preocupación por el destino de sus hijos o la culpa por un doloroso acontecimiento del que es cómplice con tal de ahorrarse unos cuantos euros. Bardem entiende que está ante un hombre cuyo fin máximo es el de alcanzar a la redención y por ende ese camino tiene que estar lleno de momentos implosivos y de explosiones tremendamente emocionales cuando llega el tiempo preciso para mostrarlas. No temo afirmar que estamos ante una gran actuación de quien hoy por hoy es el mejor actor del mundo.
González Inárritu ha filmado con Biutiful un hermoso y doloroso réquiem. Es una película en la que la muerte está siempre presente, rondando en cada una de las situaciones, pero al mismo tiempo es una película en la que la suerte parece jugar un papel importante en un mundo caótico, la suerte tal vez de encontrarte a un alma atormentada pero bondadosa como la de Uxbal, de alguien que es capaz de darle a vida a muchas personas, y al mismo tiempo condenar a los suyos a la más terrible de las incertidumbres. Una dolorosa montaña rusa emocional en la que la oscuridad parece iluminar a la travesía y la tragedia de un hombre que sin quererlo se convierte en un héroe, uno trágico pero héroe al fin. Un tipo que luchará contra una dramática realidad para perdonar, para amar y para trascender por siempre.
Si: Biutiful duele...y mucho...
Un logro...

Así las cosas hoy lunes...

Salud pues.......