viernes, abril 27, 2012

De La Sinfonía de Pep...

Seven Readers!!...

Los estadios existen para jugar a la magia. El mundo, para vivirla
Juan Villoro.



Nunca he estado (y probablemente nunca estaré) en Barcelona pero estoy enamorado de esa ciudad. Lo estoy desde que un día alguien tocó en mi auto un cassette en el que venía una pequeña canción llamada Mediterráneo, de un Catalán de apellido Serrat. Lo estoy desde aquella tarde en la que mis ojos se maravillaron por lo que pasaba en la inauguración de los Juegos Olímpicos del 92. Lo estoy desde que Freddie Mercury y Monserrat Caballé hicieron una de las más grandes odas que se la han compuesto y cantado a una ciudad. Lo estoy desde que en 1988 el FC Barcelona venció a la Sampdoria para ganar la Recopa Europea, con un tal Johan Cruyff al mando. Un día descubrí la música de Loquillo, la de Love of Lesbian y ese amor se hizo más grande. Pero lo que realmente definió mi pasión por Barcelona fue ese grupo de virtuosos que en los últimos años hicieron que el fútbol se convirtiera en una partitura musical mágica, que convirtieron al Camp Nou en un lugar en el que la belleza era posible, en el que la magia era real. Virtuosos dirigidos por un tipo que entendió que para hacer magia solo se necesita convencer a quienes manejan el balón de que tienen la capacidad de orquestarla, de interpretarla, de vivirla: Josep Guardiola.



El estadio fue el escenario perfecto para que Guardiola y sus músicos desplegaran su arte. Uno podía mirar los partidos y embelesarse no solamente con lo que se veía en la cancha, sino con lo que pasaba en las tribunas. Nunca antes la catarsis entre un equipo y su afición había sido tan profunda. Más allá del tradicional orgullo que la mayoría de los catalanes sienten por su equipo, los muchachos de Guardiola transformaron eso en una auténtica historia de amor que terminó por contagiar al mundo entero. Los Messi, Xavi, Césc, Iniesta, Puyol y Piqué, pintaban versos en la cancha que posteriormente eran interpretados por un público que caía rendido con cada una de las estrofas que se jugaban. Aquello era un concierto de pases realizados bajo la batuta de ese tipo flaco y perfectamente vestido que vivía los partidos con gran intensidad, que tomaba cada cinco minutos un trago de agua para reanimarse y así volver al imaginario atril de su zona técnica para continuar trazando las notas de su sinfonía. Pocas veces esa sinfonía terminaba con un lamento, pues por lo general al término de los partidos se escuchaba un Allegro Majestuoso y una ovación que parecía que nunca iba a tener fin.
Toda sinfonía tiene un último movimiento. La del Barça de Guardiola llegó cuando el pentagrama aún parecía tener espacio para más notas, para seguir escribiendo sobre ella auténticos poemas líricos. Pero todos los artistas necesitan un receso, tomarse un tiempo para recargar su creatividad. Hoy Guardiola ha colgado la batuta. Es probable que regrese pronto, quizá al FC Barcelona, quizá a otro equipo o selección nacional. Lo hecho durante cuatro años constituye una auténtica obra maestra, única, inigualable y que será recordada como se recuerdan a las sinfonías de los inmortales de la música.




Nunca he estado en Barcelona, como dije es muy probable que nunca esté. Pero si algún día por esos accidentes que tiene la vida llego a la Ciudad Condal, se que mi amor por ella crecerá, pues caminaré hacía el Camp Nou, me pararé en alguna de sus puertas y entraré hasta sus tribunas. Y ahí antes que comience el partido recordaré con orgullo, con respeto, con amor por el deporte, a aquel Barcelona que dibujaba sinfonías en el campo de juego bajo la batuta de un hombre apasionado llamado Josep Guardiola. 

Así las cosas hoy viernes...

Salud Pues......

martes, abril 24, 2012

De Tauromaquia...

Seven Readers!...

Hago una declaración aventurada: disfruto de la fiesta de los toros. No me considero un conocedor, en realidad soy un villamelón que se ha emocionado más de una vez con alguna gran faena. Cuando vivía en el DF fui un par de veces a la Plaza México: ambiente espectacular, comida deliciosa y una sensación de que se está ante un ritual con características culturales únicas que generan, sin duda alguna, identidad. Pero, ¿por qué esa declaración es aventurada? Porque en la lógica de muchos anti taurinos esa declaración me convierte en una persona propensa a la violencia, un ser incivilizado e inhumano que sacia su sed de sangre al asistir a una corrida de toros, alguien que debería sufrir lo que un astado sufre en el ruedo al ser masacrado violentamente por un matador. En nuestros días, ser aficionado a los toros se está convirtiendo en un asunto políticamente incorrecto, cuestionable y que genera una dudosa reputación entre un sector de la población anti taurina y que se asume como mayoría sin tener datos concretos de que realmente así es (yo tengo la impresión de que la gran mayoría de la gente mantiene una posición de indiferencia respecto al asunto).
El tema de los toros comienza a desatar pasiones que a su vez generan extremismo. Y cuando el extremismo se presenta la razón desaparece. Esa ausencia de razón se encuentra tanto en quienes defienden a la fiesta, como en quienes piden su abolición; algo que me parece hasta cierto punto natural pues los debates en torno a cuestiones de orden moral suelen - erróneamente -  estar cimentados en la pasión que se desprende de la ignorancia y me parece que aquí, tanto taurinos como antitaurinos, se niegan a tratar de comprender las razones del otro: los taurinos cegados por su fanatismo ignoran algunos argumentos realmente poderosos que tienen aquellos que piden la abolición de las corridas de toros; y por otra parte, los antitaurinos desconocen por completo aquello que están tratando de prohibir, lo que genera que gran parte de sus argumentos se pierdan entre una marea de ideas absurdas sobre lo que es en si una corrida de toros.
Pero ambos ignoran el punto central del debate:




El debate en torno a las corridas de toros, es un debate en torno a la libertad de decisión inherente a cada individuo. La libertad de asistir a un espectáculo, tradición o como quieran llamarle es un asunto personal y en el que el estado no puede, ni debe tener injerencia. Fernando Sávater es muy claro en este sentido:

La asistencia a las corridas de toros es voluntaria y el aprecio que merecen optativo para cada cual. Comprendo perfectamente que haya quienes sientan rechazo y disgusto ante ellas, como a los demás nos pasa ante tantos otros espectáculos, hábitos y demostraciones culturales. Pero que eso faculte a las autoridades de ningún sitio para decidir desde la prepotencia moral institucionalizada si son compatibles o no con nuestra ciudadanía resulta un abuso arrogante

En un país como México, un país en el que las libertades se han ido ganando con mucho esfuerzo, una prohibición tajante en un asunto como el de los toros, significaría un retroceso de carácter democrático, una negación al derecho de cada individuo de decidir sobre su propios gustos, sobre su libertad, sobre sus principios. Mucho más cuando el tema está siendo usado como bandera electorera por políticos que ven en los anti taurinos a posibles votantes.
Yo estoy seguro que las corridas de toros tienen los días contados. La afición va decreciendo por muchas razones: violaciones al reglamento taurino, preponderancia de otro tipo de espectáculos y - por supuesto - el éxito que han tenido las campañas que luchan por los derechos de los animales. En unos años más, las corridas de toros serán parte de la historia de nuestro país, serán un recuerdo del que podrá leerse en algunos libros y recordado por el arte pictórico, literario y musical que han generado. Muy poca gente va a extrañar a la fiesta brava y los anti taurinos tendrán finalmente que preocuparse por que hacer con los pocos los toros de lidia que sobrevivan hasta su total extinción (extinción que no significará ningún tipo de tragedia ecológica: tampoco vamos a echar de menos, como especie, al toro de lidia). Las corridas de toros tienen que terminarse de manera natural y no por una prohibición emanada de la autoridad, pues no es aceptable que un grupo imponga su voluntad por sobre la de otro, particularmente en un asunto en el que la libertad individual es la que está en juego.

Así las cosas hoy martes...

Salud Pues.......

sábado, abril 21, 2012

De Días de Gracia...

Seven Readers!!....

"Mundial de fútbol. Tiempo santo donde todo vale. El mundo entra un vértigo paralizante, mientras la suerte de uno, de todos, de alguna u otra forma depende de un balón"....

Cada cuatro años en México la gran mayoría de la población vive con la ilusión de llegar a una meta que parece imposible: que la selección juegue un quinto partido en un mundial de fútbol. No se trata - como en otras naciones - de alzarse con la Copa Mundial. No, ese es un sueño reservado solamente para algunos afortunados, en nuestro país los sueños son menores. Y cada cuatro años justo a la mitad de la contienda, el sueño se transforma en una pesadilla. Algún argentino con un potente disparo nos rescata del secuestro al que hemos sido sometidos por las televisoras nacionales, nos levanta la capucha y nos enfrenta violentamente a la realidad, a la crudeza de la vida cotidiana. Todo para comenzar a soñar de nuevo con ese milagro nacional que significaría el quinto partido en un Mundial de Fútbol.
La vida en México parece estar determinada por períodos de tiempo en los que nuestra atención se centra en cosas aparentemente banales, pero que dicen mucho de que y como somos. Durante los días de fútbol la nación entra en una especie de impasse en el que todo gira alrededor de lo que sucede en una cancha, por ende otros aspectos de la vida nacional - mucho más importantes - pasan a un segundo o tercer plano. Las estadísticas muestran que incluso lo criminales parecen tomarse un descanso durante esos días y los índices delictivos bajan, o quizá lo que sucede realmente es que el tiempo de los medios electrónicos y las páginas de los periódicos se encuentran tan llenos de fútbol, que simplemente no pueden reportar otras cosas. Sin embargo éstas se encuentran ahí para que cuando el balón deje de rodar, recordarnos en donde estamos realmente parados.
De todo lo anterior trata Días de Gracia, uno de esos documentos fílmicos imprescindibles que aparecen de vez en cuando para hacernos pensar sobre nuestro país, sobre nuestros sueños y aspiraciones, sobre nuestras más profundas decepciones, como la de nunca llegar a un quinto partido, como la de nunca poder convertirnos en  el país que - muchos dicen - podemos ser. 



Everardo Gout construye su película a través tres momentos en el tiempo: los mundiales de fútbol de 2002, 2006 y 2010. Y los toma como el eje narrativo para contar una película sobre el secuestro y sus terribles consecuencias. Todos los puntos de vista de los involucrados en este terrible delito están presentados en el filme: aparece el policía que quiere hacer algo para resolver el problema, pero que tiene que enfrentarse a un sistema en el que la corrupción está presente; está la víctima, aquella persona que ha sido privada violentamente de su libertad y que comienza una lucha por sobrevivir bajo terribles circunstancias; se presenta al chico al que la calle solamente le brinda la oportunidad de salir adelante si se une a una banda de secuestradores, aunque su conciencia termine por dictarle que está jugando con el equipo incorrecto; y también están los familiares de las víctimas cuyas vidas son transformadas de manera violenta e inician una desesperada lucha por mantener la cordura y la esperanza de que su ser querido les sea devuelto con vida.
Todas esas historias son retratadas de manera alucinante. Gout utiliza una amplia variedad de recursos técnicos para adentrar al espectador en la historia. La cámara no toma solamente el papel de narrador omnisciente, sino que al presentar varios puntos de vista, permite construir también la psicología de los personajes (la cámara subjetiva es un buen ejemplo de lo anterior, particularmente cuando presenta la historia desde el punto de vista de la víctima de un secuestro) y por ende hacer aún más claras sus motivaciones y su transformación a la largo de la historia. El diseño de arte y la fotografía muestran atmósferas sórdidas, espacios avasallantes de los que no parece haber escapatoria. Y cada secuencia es montada de manera espectacular - el montaje es del legendario Hervé Schneid - y ambientada con la partitura de Atticus Ross, Nick Cave y Leopold Ross entre otros. El resultado es un filme técnicamente impecable, atrevido y vertiginoso; que además cuenta con poderosas actuaciones - Tenoch Huerta está monumental - lo que termina por construir un alucinante retrato de la realidad mexicana.




Días de Gracia termina con una secuencia que tal vez podría parecer de desesperanza. Al final el filme deja al espectador con la sensación de que éste país parece estar destinado a batirse a golpes para salir adelante, pero ¿qué no hay mayor esperanza que la producida por la lucha, por la lucha cotidiana en contra de los males como la corrupción?. Solo a través de la lucha constante, es como se puede hallar esperanza y eso me parece que queda muy claro al término de la película. 
Cada cuatro años nuestras esperanzas como nación se limitan a lo que puedan hacer once jugadores que se baten en la cancha de fútbol para tratar de dar el siguiente paso, para poder jugar un quinto partido; y mientras eso sucede olvidamos - al menos por 30 días - las batallas que se libran todos los días en nuestra cotidianidad, en nuestras calles y barrios. Esas batallas que duelen más que una derrota futbolística y a las que regresamos más cansados, desilusionados y viejos una vez que el balón deja de rodar, una vez que terminan los Días de Gracia.

Un logro...

Así las cosas hoy sábado...

Salud Pues......

sábado, abril 14, 2012

De la Confianza de los Seguidores de AMLO....

Seven Readers!!...

Una de las cosas que se pueden notar al intercambiar ideas con alguna persona que es completamente fanática de Andrés Manuel López Obrador, es que está plenamente convencido de que el tabasqueño será el próximo presidente de México. 
No hay encuesta o razonamiento que los lleve a pensar lo contrario, para ellos el país está a punto de vivir un cambio muy importante. Sienten que México es un país con memoria, que no permitirá el regreso del PRI o la continuidad de PAN y que finalmente está listo para un cambio. ¿Las encuestas? Manipuladas todas. Solamente son válidas las que dan el triunfo al candidato de la izquierda aún se traten de sondeos hechos por internet con todo el sesgo demográfico que éstos poseen. De hecho, internet se ha convertido en el sitio en el que se conoce toda la información realmente confiable sobre lo que pasa en la campaña. Son las redes sociales y los usuarios los que están informando sobre lo que sucede realmente, pues la mayoría de los medios de comunicación tradicionales están coludidos con la derecha (PAN y PRI) y con la oligarquía que está dispuesta a todo para no permitir que el pueblo, a través de López Obrador, llegue finalmente al poder. La razón y la verdad les asiste en todo momento y no hay nada, ni nadie que cambie lo que prácticamente está escrito: el primero de julio México tendrá un Presidente Progresista. 
Sin embargo, valdría la pena preguntarse si esa convicción no se traduce en una ceguera absoluta. Si por querer ver lo que se quiere, no se están cerrando los ojos ante la realidad. Porque si algo es cierto en este país, es que los mexicanos no nos destacamos por ser miembros de una sociedad realmente informada, crítica y que se distinga por apostarle al cambio. Por el contrario, la historia nos demuestra que somos una sociedad poco dispuesta a cambiar, fácilmente manipulable y desinformada al máximo. Somos presa fácil del espectáculo mediático y nos apresuramos a votar por cualquiera que tenga la "imagen de un presidente". No hemos madurado y todo parece indicar que la gente de Andrés Manuel López Obrador no se ha percatado de ello. 
También parecen considerar que la izquierda posee la estructura suficiente en todo el país para poder hacer frente a la avasallante maquinaria electoral con la que cuentan el PRI - en mayor medida - y el PAN. Tendrían que darse una vuelta por Yucatán para entender que no es así. En Yucatán la Izquierda no existe, los partidos y agrupaciones han sido secuestrados desde hace muchos años gente cuyo único interés es vivir del presupuesto. A unos meses de las elecciones al gobierno del Estado, el enfrentamiento es tal que se llegaron a registrar 2 candidatos ante las autoridades electorales: uno apoyado por la dirigencia estatal del PRD, otro por la dirigencia nacional. Van a las elecciones en medio de un enconado enfrentamiento que vaticina un rotundo retroceso en términos electorales el próximo primero de julio. Retroceso que evidentemente se verá reflejado en la elección a nivel federal. 
Evidentemente Yucatán no tiene un peso político importante y la votación que se dé aquí, difícilmente pueda tener incidencia en los resultados presidenciales a nivel nacional (a menos claro que se trate de una elección muy cerrada en la que cada voto cuente) pero los demás partidos prácticamente no tienen ese tipo de problemas en ningún distrito electoral, por lo que es de esperarse que sus cuadros electorales funcionen correctamente.



En esta región del país, la campaña de la Izquierda es inexistente. Apenas hoy supimos del primer espectacular de López Obrador en contra de los varios que tiene el PRI y los algunos del PAN. El optimismo desbordante de los seguidores del político tabasqueño, parece limitarse a lo que se dice y hace en internet y a lo que pueda pasar en regiones más politizadas del país como lo es la central.
A veces parece que ese optimismo ha generado una campaña sin intensidad. Si, el discurso "amoroso" de AMLO no ha logrado calar en gran parte de la población, eso se debe en gran medida a una campaña relajada y que no ha terminado por penetrar con fuerza en el país entero. Es una campaña a la que le falta trabajo y agresividad, pero una agresividad no entendida como guerra sucia, sino como la realización de un trabajo más serio que demuestre en términos reales que se quiere ganar la elección, que no se da un triunfo por adelantado.
A unos 70 días de la elección, es muy posible que todo ese exceso de confianza termine en una enorme y profunda decepción, en un triste despertar a la realidad mexicana.


Así las cosas hoy sábado...

Salud pues......

martes, abril 10, 2012

De ¿Conservadores o Hipócritas?...

Seven Readers!!...

Ha pasado la semana santa y un fenómeno muy singular ha llamado mi atención: cada vez parecen ser más a quienes toda la carga religiosa de dichos días nos tiene sin cuidado alguno. Atrás han quedado aquellos tiempos en los que las ciudades - particularmente las mexicanas - guardaban un doloroso silencio y en el que las actividades se detenían por completo. Algunas historias de otros tiempos a mi me parecen francamente macabras: gente que no salía de casa, adolescentes a los que no se les permitía prácticamente ni sonreír y estaciones de radio que durante el viernes santo se apagaban por completo o transmitían únicamente música solemne. Trato de imaginar tal panorama y simplemente la piel se me eriza. 
Hoy las cosas son diferentes y si bien aún hay gente que procura respetar esos "días de guardar" muchos otros prefieren entregarse a otro tipo de actividades mucho más relajadas y mundanas, como el irse a algún lugar de recreo o disfrutar de la compañía de los amigos. Hoy nuestras vacaciones de Semana Santa hablan de una sociedad mucho más abierta y que poco a poco comienza despojarse de las ataduras que tradicionalmente ha impuesto la religión.
¿Somos entonces una sociedad más secularizada? Si, superficialmente hablando. Nuestra forma de pensar en torno a la religión va cambiando e incluso celebraciones como la semana santa van perdiendo terreno ante otras formas de concepción de la vida. Claro, evidentemente aún hay personas y lugares dentro de nuestro país en donde el arraigo religioso es muy profundo, pero las cosas comienzan a cambiar y resignificamos a nuestra cotidianidad conforme avanzamos y nos vamos enfrentando a nuevas formas de concepción del mundo.
Sin embargo eso no quiere decir que seamos ya una sociedad de avanzada. Por el contrario existen temas en los que seguimos siendo profundamente conservadores y en los que esa secularización aún no termina por pernear del todo. Y ese conservadurismo se refleja también entre los militantes de los partidos políticos.
Una encuesta de Beltrán y Asociados publicada recientemente por Excelsior, muestra los índices de conservadurismo que poseen los militantes de los tres principales partidos políticos. Para sorpresa de muchos lectores y analistas, el partido más conservador, el que más está en consonancia con las ideas de la derecha no es el PAN sino el PRI. Los priistas se oponen con mayor firmeza que los panistas a temas como el aborto, la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo. No deja de ser sorpresivo ese hecho, pues el PRI era considerado un partido de centro en muchos asuntos pero cuyo viraje hacía la derecha se ha dado paulatinamente al grado que hoy podríamos estar hablando de un instituto político de centro-derecha cuya inclinación hacía el conservadurismo es cada vez más evidente. Y es por supuesto un hecho curioso cuando se trata de un partido que se tilda a si mismo de "revolucionario"(aunque prácticamente nunca lo ha sido).




¿Entonces en donde estamos parados, si por un lado hemos secularizado a los días de fiesta religiosa pero por otro, seguimos siendo profundamente conservadores en temas de mucho más fondo? Aparentemente esa es nuestra realidad. Pero más que conservadurismo lo que parece flotar en el ambiente nacional es una nube de hipocresía cuya sombra disfraza bien nuestra verdadera forma de pensar y de actuar como sociedad. Somos seculares cuando así nos conviene, pero somos profundamente conservadores y perdemos empatía con el otro cuando se trata de temas de fondo. El éxito del PRI precisamente se sustenta en su capacidad para adaptarse a esa manera hipócrita de ser del mexicano promedio. Hoy los tricolores son más conservadores no por una cuestión de principios políticos, sino porque así se conviene a sus propios intereses. Solamente en esa hipócrita capacidad de adaptación a la doble moral mexicana es como puede interpretarse la ventaja que llevan sus candidatos en las encuestas (aunada, claro, a la poca memoria histórica de nuevas generaciones que no vivieron bajo el régimen autoritario del priismo).
Pero a pesar de eso, nuestras sociedad tiene ciertos atisbos de comenzar un interesante proceso de secularización. Y ese proceso puede llevarla a derribar las barreras de la hipocresía y de la doble moral que hoy puede incluso definir un proceso electoral tan trascendente como el que vivimos en este 2012.

Así las cosas hoy martes...

Salud pues.......