lunes, julio 22, 2013

De: "No"...

Seven Readers!!..

La gran virtud de la película "No" es que evita ser un panfleto para convertirse en una auténtica e interesante mirada a un hecho de vital trascendencia para una nación. Se trata de un cine con alto contenido político pero que simplemente trata de mostrar una serie de acontecimientos históricos a partir de las posibilidades narrativas que posee el lenguaje audiovisual. Ese mérito ya la hace algo singular, pues normalmente se entiende al cine político como aquel que tiene la intención de influir en ese sentido en el espectador a partir de un posicionamiento ideológico. Si bien "No" posee una ideología, su director Pablo Larraín construye un discurso en el que ésta pasa a segundo plano para centrarse en la narración de como se gestó la campaña que llevó a los chilenos a votar en un plebiscito que a la postre terminaría con la dictadura de Augusto Pinochet
La película tiene como personaje principal a un publicista: René Saavedra, un hombre en los albores de la edad mediana que ha regresado a Chile luego de 8 años en el exilio. Un profesional de la publicidad poco interesado en incursionar en la arena política, pero que poco a poco se ve arrastrado a la misma para terminar siendo pieza fundamental en la creación de la campaña por el No a Pinochet, poniendo en riesgo a su carrera profesional y a su familia. Larraín se encarga de evitar cualquier tinte heroico en la construcción del personaje e insiste siempre en presentarle como un tipo normal envuelto en una situación extraordinaria que le llevará a cambiar su escala de valores políticos durante un tiempo determinado, pero que regresará a su actividad normal una vez que su labor está concluida. Todo lo anterior con la clara intención de mostrar que la lucha cotidiana está marcada por los momentos de orden político, pero que continua una vez que estos han pasado para dar paso a nuevos tiempos y, por supuesto, a otros desafíos.



Larraín filma a manera de falso documental lo que provoca que toda su película  parezca ser parte de un archivo histórico sacado del Chile de los años 80. La cámara nos va llevando a reuniones en las que Saavedra va introduciendo nuevas y desafiantes ideas de marketing político entre los integrantes de la coalición opositora a la dictadura de Pinochet. También tiene el gran acierto de utilizar la misma técnica para mostrarnos la reacción de la cúpula gobernante a una campaña que ellos mismos iniciaron - en gran medida por la presión internacional - con el objetivo de reafirmarse "democráticamente" en el poder, pero que poco a poco comienza a salirse de sus manos, gracias a las técnicas publicitarias que Saavedra y su equipo introdujeron a quienes estaban por el NO. Atacarán a la oposición a través de una estrategia política fincada en el miedo y la desacreditación. A pesar del método utilizado para filmar, Larrín también brinda momentos llenos de un asombroso lirismo fílmico (Por ejemplo los momentos en los que Saavedra utiliza la patineta para transportarse o la secuencia en la que toma a su hijo en brazos para caminar con la emoción en el rostro por un grupo de personas que celebran al máximo) que permiten que el espectador tome un respiro de la tensión presentada por la película y, paralelamente, recuerdan que estamos ante una obra de ficción.






El haber sido exiliado le brinda al publicista de una perspectiva diferente de lo que sucede en su país. Saavedra parece ser un extraño para aquellos que toda su vida han vivido bajo el yugo de la dictadura. Eso le lleva a distanciarse de muchos de sus seres queridos, incluyendo la madre de su hijo - activa participante en la oposición - quien le reclama su tibieza para definirse políticamente. Paradojicamente esa visión le permite tomar cierta distancia con el pasado, para mirar de una manera distinta al futuro y plantear otro tipo de panorama en su trabajo. Quizá con la idea de reafirmar esas diferencias es que el rol protagónico recae en el mexicano Gael García Bernal, quien entiende a la perfección el planteamiento del director y va desarrollando a su personaje de tal manera que el extraño y casi extranjero publicista poco a poco se transforma en el hombre clave para generar una respuesta favorable hacía el "no" que bajaría a Pinochet del poder.
"No" es una película indispensable para entender la transición de un país latinoamericano de la dictadura a la democracia. Transición que - sin estar exenta de dolor y violencia - se dio de manera pacífica, gracias al poder y a la influencia de los medios de comunicación masiva y, por supuesto, al enorme deseo de transformación y de libertad de la población chilena. Se trata de un cine con identidad propia, empeñado en rescatar un momento vital para un país y de mostrarlo con la mayor honestidad y veracidad posible. Uno desde México solamente puede aplaudir a un filme como "No" y lamentar que nuestro cine parece estar muy lejos de producir algo similar.
Un logro...

Así las cosas hoy lunes......

PS...alguien tuvo la genial idea de subir a You Tube, la campaña original que se vio en los medios chilenos durante ese tiempo. Aquí la tienen:




Partes de la misma son retomadas en la película...

Salud pues.......


miércoles, julio 17, 2013

De Pacific Rim (o de como Guillermo del Toro les ha pateado el culo a todos en este verano)...

Seven Readers!!...

Muchos esperaban que fuera Superman o Iron Man. Algunos otros ilusos están con la idea de que  sea Wolverine o El Llanero Solitario (Tonto, porque parece ser que el filme es en realidad sobre el personaje que interpreta ese fanático del maquillaje que es Johnny Depp) pero no: muchachos nada, y quiero insistir NADA, va a ser superior en el verano cinematográfico de 2013 a lo mostrado por el director mexicano Guillermo Del Toro con su oda al cine de robots gigantes y monstruos conocida como Pacific Rim
¿Por qué? Porque Del Toro ha rescatado al Blockbuster veraniego de la tumba en la que lo enterraron Michael Bay y Roland Emmerich. Y lo ha hecho presentando un auténtico espectáculo, arriesgándose - en esta turbulenta época en la que los grandes estudios solamente realizan películas de franquicia y "reboots" - a lanzar una historia original, con una mitología, que si bien toma elementos de historias similares, es capaz de sostenerse por si misma y renovar a todas sus antecesoras. 
Pero quizá lo más trascendente de la película del mexicano sea que a pesar de su enorme y grandiosa imaginería visual, Del Toro es capaz de presentar una historia en la que el ser humano termina por ser el héroe. Lo consigue a partir de la concepción misma los gigantescos robots conocidos como Jaegers, los cuales deben ser manejados a través de pilotos que se conectan de manera emocional a través de los recuerdos. Por eso uno puede sentir empatía por las enormes máquinas que tratan de salvar al planeta de los temibles y monstruosos Kaijus, pues estamos ante robots cuyo control depende de la conexión emocional entre los pilotos, su éxito o fracaso en la defensa de la humanidad su sustentará en una característica que nos hace tan particulares a los seres humanos: la capacidad de recordar y de sentir a través de los recuerdos. 



Con un prólogo en el que Del Toro da una lección del manejo de elementos claves del lenguaje cinematográfico como la elipsis y el montaje, el espectador aterriza en la historia: un portal a otra dimensión se ha abierto en el pacífico y de él surgen gigantescos monstruos que golpean a las principales ciudades ubicadas en litoral de ese oceáno. Las naciones del orbe tienen que unirse para derrotarlos y crean un programa de fabricación de enormes robots llamados Jaegers los cuales tienen éxito durante 7 años, para después comenzar a ser derrotados por las gigantescas bestias. La desesperación lleva a los gobernantes a plantearse la construcción de gigantescos muros para resguardar a las ciudades de los ataques Kaiju por lo que deciden terminar con programa de los Jaegers. El muro fracasará y serán los últimos cuatro robots y sus pilotos los que tendrán la responsabilidad de destruir a los Kaijus y salvar a la humanidad de su seguro exterminio. 




Las siguientes dos horas son un recordatario de que el cine tiene una vertiente muy importante: la de ser espectacular, la de asombrarnos a través sus imágenes y sonido. Y eso es lo que logra Del Toro con su película: generar una fascinación en el espectador a través de escenas grandiosas y de enormes dimensiones, a través de personajes que tienen que sobreponerse a sus propios fantasmas e inseguridades para manejar a las maravillas tecnológicas jamás creadas por el hombre y así salvarse a si mismos. Porque, como en casi todos los filmes de Del Toro, el elemento redención está presente, en este caso se trata de una redención individual pero también la de un planeta que prefiere construir muros para aislarse de los problemas en lugar de unirse solidariamente para enfrentarlos.
Es una auténtica "Kick Ass Movie"...

Así las cosas hoy miércoles...

Salud pues.......

viernes, julio 12, 2013

De Under Dome (o la miniserie que todos ustedes deberían estar viendo)...

Seven Readers!!...

Algunas de las mejores series de televisión norteamericanas tienen como escenario a pequeños poblados que representan a ese Estados Unidos que aún se aferra a los principios tradicionales del "American Way of Life" y que se adhiere a ellos como algo que debe permanecer inmutable, algo que hay que defender a costa de todo y todos. Las mejores historias en este tipo de programas se dan cuando ese sistema de valores se pone en riesgo por alguna situación extraordinaria. Tenemos ejemplos contundentes como Twin Peaks o Jericho, en los que un asesinato y una guerra nuclear, ponen a prueba a los miembros de la comunidad en más de un sentido, develando personalidades que comienzan a reflejar a un micro cosmos en el que convergen lo mejor y lo peor que posee la sociedad estadounidense. 
Under The Dome es el nuevo ejemplo de una serie en la que un pequeño poblado verá como su aparentemente apacible y tradicional vida se verá coartada de manera violenta. Pero a diferencia de los ejemplos previamente citados, aquí el elemento que rompe con la normalidad de la comunidad tiene características sobrenaturales y extrañas: se trata de un domo que de la nada aparece para cubrir a Chester's Mills - nombre del lugar - aislando a la población por completo del mundo entero, generando una de las peores sensaciones que puede conocer el ser humano: la sensación de estar abandonado. 
La serie es la adaptación de la novela homónima de Stephen King, el célebre  escritor de relatos de terror y misterio, quien posee la particularidad de desarrollar a sus personajes a través de situaciones extremas que los llevan a enfrentarse con sus más oscuros miedos y deseos; al mismo tiempo que construye contextos que terminan siendo personajes en si mismos. Lo eran, por ejemplo, el hotel en El Resplandor o la Prisión en Rita Hayworth y la Redención de Shawshank, lo es en este caso el misterioso domo cuya invisible presencia le convierte en un omnipresente personaje que observa y regula las transformaciones que van sufriendo los habitantes de Chester's Mills. 




Obviamente los personajes tienen una interacción importante con el domo. Tratarán de descubrir cuales son sus características físicas, cuál es su origen, para tratar de escapar de la involuntaria prisión colectiva a la que han sido sometidos mientras el mundo exterior los observa a través de miembros del ejército o científicos que indiferentes a ellos (pueden verlos, pero no escucharlos) igualmente están intentando de hallar una respuesta a lo que ha sucedido. Es interesante como - al menos en los primeros capítulos - la serie recalca en el anonimato y en la indiferencia de quienes están al otro lado de la pared de cristal, provocando que la desesperación generada por la reclusión se haga aún más evidente.
La impaciencia, la angustia y la desesperanza van a apareciendo junto a una cadena de muertes que agravan aún más la situación de quienes viven en Chester's Mills; al mismo tiempo que los demonios de cada uno de los protagonistas adquieren más fuerza provocando que aumente el riesgo de que secretos oscuros y complejos queden al descubierto. Todo esto genera que tanto las historias individuales como  las colectivas tengan singular importancia en la resolución de los problemas que la presencia de la cúpula trae consigo. 



Under The Dome posee todos los ingredientes para convertirse en un clásico instantáneo. No solamente por su origen literario o porque está producida por Steven Spielberg, sino porque ahonda en las consecuencias que trae consigo el confinamiento colectivo y en las virtudes particulares y generales que los seres humanos deben explotar para vencer a uno de los más terribles fantasmas de la humanidad entera: el producido por el encierro, la incomunicación y la separación del resto del mundo.

Así las cosas hoy viernes...

Salud Pues......