jueves, mayo 29, 2014

De: La Radio en Yucatán: ¿A qué sonamos?....

Seven Readers!!...

Dos casualidades sucedieron hoy. 
La primera: se terminó la pila de mi Ipod y ello me obligó a escuchar la radio en el auto. Fue algo muy triste. Sintonicé una estación de reciente creación y para mi sorpresa sigue utilizando un slogan que desde hace años usa la radio universitaria local. Me pareció increíble; o los diseñadores de la imagen sonora de la frecuencia nunca han escuchado radio o no conocen el significado de la palabra plagio. 
La segunda: me encontré con artículo que hace algunos años escribí para una muy buena revista local - la cual lamentablemente dejó de circular - que pintaba un panorama de la radio yucateca. Lamentablmente y luego de mi experiencia de hoy, creo que el texto sigue vigente por lo que he decidido subirlo al blog y ponerlo a su consideración. Espero sus comentarios.

La Radio en Yucatán: ¿A qué Sonamos?

El oído es la mitad del Poeta y acepta las fantasías, que los otros sentidos rechazan. Cierre los ojos sin miedo: los oídos no tienen párpados y la radio mantiene abiertos, los ojos de la mente.
(Spot de La Tribu FM, de Argentina)

En unos 200 años, historiadores y antropólogos van a estudiar a nuestra sociedad actual. Y es probable que cuando comiencen su labor de interpretación del ser humano de la primera década del siglo XXI, acudan a documentos de carácter audiovisual. Las canciones, las películas, los programas de televisión serán indispensables  para que las generaciones futuras puedan entender quienes fueron y quienes son.
Seguramente esos investigadores del futuro van a toparse con un medio de comunicación que tuvo mucho auge a principios del siglo XX y que fue reinventándose  hasta llegar al XXI dueño de un lenguaje propio, pero en gran medida desaprovechado: se toparan con la Radio. Y los sonidos que se encontrarán serán los que les permitan dibujar el paisaje sonoro de toda una época. Lo lamentable, es que cuando ese momento llegue, el trazo que se hará de la radio yucateca hablará de un sonido uniforme, distante quizá al que se encuentre en los archivos sonoros de otras latitudes.
Esto tiene varios factores, pero todos convergen en el mismo: un lenguaje desaprovechado, hundido en lo uniforme. Si nos preguntamos ahora ¿A qué sonamos? La respuesta sería: a lo mismo. No existe actualmente en nuestro cuadrante diversidad sonora. Las estaciones se repiten en términos musicales, en estilos de locución y en el uso de los elementos propios del lenguaje radiofónico. El resultante es una falta de creatividad preocupante. Parecería que nos hundimos en un conformismo radiofónico lejano a lo que sucede en el resto del mundo. En Yucatán tenemos una radio poco interesada en formar parte de la cultura global característica de este inicio de Siglo. Y lo que es peor: es una radio que no apela a generar efectos de sentido en el oyente. Es una radio alejada de la imaginación, la emoción y la razón. Estos son los tres elementos que de acuerdo a José Ignacio López Vigil[i], le dan vida al lenguaje radiofónico. La imaginación, representada a través de los efectos sonoros; la emoción, representada por la música; y la razón, cuyo máximo exponente es (o debería ser) la voz humana.
Los efectos sonoros van directo a la imaginación del oyente. Le permiten crear en el cerebro imágenes acústicas que le acercan a la realidad. Su uso crea atmósferas, contextos. La buena música genera un lenguaje emotivo, nos toca en las entrañas, nos acaricia el corazón. Y la voz  utiliza un elemento sumamente poderoso: la palabra. La palabra es la que genera sentido, y es la que apunta directamente a la razón del oyente.
Pensemos entonces en nuestra radio: ¿Cuántos programas utilizan a los efectos sonoros para estimular a nuestra imaginación? ¿Cuánta de la música que escuchamos en el cuadrante radiofónico yucateco, está programada con inteligencia, con sentido artístico, con la idea de emocionar al radioescucha, de alimentar a su espíritu? ¿Cuántas de las miles de palabras que escuchamos todos los días a través del dial, están estructuradas de tal manera que estimulen nuestra capacidad de pensar, de razonar, de proponer?. Parecería que nuestras estaciones estructuran su lenguaje pensando en un público uniforme, poco inteligente y dispuesto a consumir prácticamente cualquier cosa que se ponga al aire.
La realidad es otra. Se ignora – quizá adrede -  que nuestra plaza es cada vez más diversa. Que por las calles yucatecas, caminan seres humanos con las más variadas ideologías, gustos y aficiones. Nuestra mayor riqueza cultural la conforma esa diversidad. Y esa riqueza hoy se encuentra prácticamente ignorada por el medio radiofónico.




En nuestro cuadrante radiofónico existen conviven dos modelos de radiodifusión: la comercial y la de servicio público.
En el modelo comercial o capitalista, la homogenización discursiva es evidente. Predomina la misma fórmula: una estructura formal y repetitiva que actúa a la manera de un sólo programa durante todo el tiempo que la estación está al aire. Los locutores son animadores, personajes dedicados a mantener el interés del radioescucha no por tener una propuesta discursiva inteligente, sino por ser merolicos que pretenden simplemente que el radioescucha no cambie de frecuencia y así los spots comerciales – verdaderos protagonistas de la radio comercial – sean objeto de consumo por parte de quien sintoniza a las estaciones. Para estas estaciones, el radioescucha está representado por una masa de consumidores y su programación olvida la responsabilidad social del medio, no solamente en términos informativos, sino formativos: es una radio que no genera diversidad, por ende, no refleja a la cultura de nuestros tiempos.
En la radio de Servicio Público, pueden encontrarse algunos oasis de diversidad sonora, pero en términos generales es una radio estancada en viejos modelos de producción. No ha sido capaz de renovarse, de entrar al siglo XXI con una programación diversa. Se presentan como medios alternativos, cuando están muy lejos de ese camino, pues su discurso  es residual o busca activar ideas del pasado y “éstas pueden ser igual o de dominantes o autoritarias que aquellas ideas del presente que el discurso alternativo folclórico pretende cambiar”[ii] Es decir la radio de servicio público yucateca, ha coadyuvado a mantener los discursos que históricamente han buscado mantener una idea dominante y uniforme en nuestra sociedad. Podrá presentarse como “una alternativa” pero no lo ha sido por que lo alternativo es sinónimo de ruptura, y cualquier intento de romper con la ideología de antiguos modos de producción de la radio de servicio público en el estado, ha sido interrumpido o coartado.
Pero ambos modelos han olvidado a la dimensión artística de la radio.
La radio es ante todo una forma de manifestación artística capaz de estimular al máximo a la imaginación, al ojo escondido de nuestro cerebro. Se estimula a través de un lenguaje que tiene la posibilidad de ser descriptivo, narrativo, sensorial. La dimensión artística de la radio le hace ser un medio visual. El cuadrante yucateco ha olvidado que la radio puede hacer que veamos a través de nuestro oído y que el ejercicio cerebral que se desprende del arte radiofónico puede generar a radioescuchas más dispuestos a ejercitar a ese ojo con ejercicios que les vuelvan más receptivos, más participativos, más críticos. Y esta dimensión tiene que venir acompañada de la pasión por el medio.
¿A qué suena la radio en Yucatán? A un medio desapasionado. Para hacer radio se necesita ante todo sentir amor por el lenguaje radiofónico y sus posibilidades. Hay que sentirlo por dentro, meterse en su magia. Ese es el primer paso para transformar a la radiodifusión estatal. Así, con pasión por hacer una radio inteligente y diversa, se podrá cambiar el curso por el que actualmente se navega en el cuadrante yucateco. Sólo así nuestra radio podrá salir de su atraso y entrar a la carretera de la globalización, tratando de influir desde lo local en esa amplia y diversa universalidad en la que hoy nos encontramos a pesar de que nuestra radio parezca estar empeñada en ignorarla.






[i] López Vigil, José Ignacio “Manual Urgente Para Radialistas Apasionados” Paidós, Madrid, 2002
[ii] Amann, Beatriz y Da Porta Eva (compiladoras) “La necesidad de repensar la comunicación alternativa” Octubre de 2008.

Así las cosas hoy jueves...

Salud pues......

viernes, mayo 23, 2014

De Los Insólitos Peces Gato...

Seven Readers!!...


We’re just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year

En Wish You Were Here, Pink Floyd decía que los seres humanos somos peces que damos vueltas una y otra vez en la misma pecera. Waters y Gilmour – los perpetradores de la canción – tal vez se referían a esos espacios pequeños y claustrofóbicos de las grandes ciudades, espacios en los que la existencia transcurre entre dosis de felicidad, tristeza, melancolía, vida y muerte.
En Los Insólitos Peces Gato, la directora Claudia Sainte –Luce va a utilizar la misma premisa para situar a su película. Los espacios de la misma serán pequeñas peceras en las que el azar genera el encuentro de personajes enfrentados al terror que suele estar implícito en las rutinas de la vida cotidiana. Los protagonistas del filme nadan en el interior de estas pequeñas jaulas encontrándose y tratando de hallar el apoyo necesario para enfrentar a fantasmas personales y colectivos que les acechan de manera constante.



Saint – Luce presenta a su personaje principal con gran manejo de la narrativa y las técnicas cinematográficas. Vemos a una joven mujer que vive en un cuarto extremo, con manías como la de separar los colores su cereal, las hormigas agradecen la comida y siguen a la chica mientras camina por las calles de la ciudad. Hasta ese momento no le hemos visto el rostro. Saint  - Luce, toma detalles de su persona: su cabello ensortijado, su lento y tortuoso caminar, su ropa informal. Se mueve entre pecera y pecera, solitaria e ignorada por el resto del mundo, hasta que un día el azar le juega una de sus cartas y un dolor abdominal se convertirá en una apendicitis que la lleva a la cama de un hospital público. Junto a ella, víctima de una recaída producida por el SIDA que padece, se encuentra una madre de familia rodeada de sus hijos. Es hasta entonces cuando el espectador sabrá que la joven se llama Claudia y también conocerá a Martha y a su familia de 4 hijos: Alejandra, de un poco más de veinte años quien ha asumido la misión de sustituir a la madre pero sus propias carencias emocionales e inmadurez no le permiten ser el pilar que su familia necesita. Wendy, una adolescente con problemas de sobrepeso y tendencias suicidas y Mariana y Armando, dos niños arrastrados por la tragedia que vive su familia y cuya infancia ha sido trastornada por la misma. Al salir del hospital Martha invita a comer a Claudia a su casa. Es a partir de ese momento en el que la solitaria chica se convertirá en el eje faltante de la familia que vive en esa pequeña pecera, su punto de vista también será el del espectador y junto a ella nos adentraremos a un tren de vida cotidiano, lleno de las pequeñas felicidades que hacen de la existencia algo llevadero, lleno de esas tragedias personales con las que los peces humanos tienen que lidiar todos los días, nadando de pecera en pecera, de una cotidianidad a otra, en medio de circunstancias tan normales que suelen ser realmente terribles.
El trabajo de casting es admirable. Las enormes capacidades histriónicas de Ximena Ayala (Claudia) se ponen de manifiesto al dar vida a un personaje casi catatónico, inmerso en una soledad apabullante y enfrentado accidentalmente a una circunstancia de vida que terminará por hacer suya. Las miradas de Ayala son inquisidoras, empáticas y tremendamente reveladoras. Camina con una inseguridad contagiosa, como si cada paso representara un movimiento más hacía arenas tan movedizas que inevitablemente se la terminarán tragando, aunque ello no necesariamente sea algo contraproducente pues, por el contrario, en el fondo de esas arenas tal vez termine finalmente encontrando ese sentido de pertenencia que tanto necesita. Lisa Owen (Martha) genera también una actuación memorable. Vive la tragedia de muchas mujeres que en este país han sido contagiadas por el SIDA debido a la promiscuidad de alguna de sus parejas. Ha terminado por aceptar su destino como algo irremediable aunque trata al máximo de no hacerlo evidente para sus hijos. Derrama la cotidianidad de una madre de familia de clase media, desesperada por encontrar la manera de hacer que sus hijos enfrenten a la vida y tengan éxito en ella incluso cuando lo inevitable suceda.



Los Insólitos Peces gato es una película sobre la vida cotidiana. Sobre una familia maravillosamente disfuncional, sobre una mujer que encontrará finalmente el lugar al que pertenece. Es una película que retrata con enorme honestidad y belleza a la simpleza y complejidad de las circunstancias a las que los seres humanos se enfrentan diariamente y al triunfo diario que muchas significa el terminar venciéndolas.
Un logro.